domingo, 4 de agosto de 2019


El Recuerdo entre La Luna y un beso eterno
 




 Tenía 15 años de edad y me enamoré profundamente de aquel chico del barrio que se conocen por casualidad, el cual había abandonado sus estudios, el era mayor con dos años más que yo, sus padres recuerdo eran muy indecisos ya que el padre quería enviarlo a que realicé el servicio militar y sea un oficial de las fuerzas armadas y su madre quería ponerle un negocio de ventas de ropa para mantener su mente ocupada y se comportara como un hijo de bien sin vicios. Él me contaba muchas cosas sobre su vida cuando nos veíamos a escondidas de mis padres y de sus padres, mientras me acompañaba en el bus hasta dejarme en el colegio. Yo era esa amiga la cual el confiaba demasiado en la vida.
Pasaron los días y hasta que un día el me declaró su amor, al cual yo correspondí, recuerdo muy bien que ambos solo nos tomábamos de la mano en el bus y solo nos mirábamos con mucho sentimiento, él era muy respetuoso y caballeroso en la forma de expresarse.
 






Yo tenía unos padres muy estrictos, siempre sometida a ellos, me hubiese gustado haber compartido por lo menos con mi madre el sentimiento que estaba experimentando, pero no podía decírselo y peor que nunca se enterará mi padre porque este me castigaba. Y por este motivo tenía que mantener bien oculto el secreto de que estaba enamorada, porque nadie comprendía aquellos sentimientos que el amor me estaba dando la oportunidad de creer.
Los fines de semana eran tristes porque si no iba al colegio no podía conversar con el ni tomarlo de la mano y compartir con él un bello momento.
Pero él me alegraba la vida cuando buscaba la forma de verme, nunca se rendía, pasaba horas sentado al frente de mi casa, porque solo con vernos un ratito, era suficiente para estar felices, esos momentos eran únicos, pero con el pasar del tiempo era una agonía no estar a su lado.
El empezó a irme a ver a la hora de salida de clases, y caminábamos por un lapso de 30 minutos, hasta llegar a casa siempre con el temor de que nos vieran nuestros padres, a veces no queríamos llegar, pero nada se detiene, y yo no debía dar ningún indicio de sospechas a mis padres, debía llegar puntual a la misma hora de siempre como si nada hubiese pasado.
Pero un día a media noche antes dormir decidí escaparme para encontrarme con él en un parque pequeño que estaba ubicado diagonal al colegio, nunca olvidaré lo que él me dijo: - Tengo sólo como testigo a la luna y cada vez que la veas recuerda mi promesa- Te amo mucho y voy a luchar por estar juntos, seré un hombre de bien, retomaré mis estudios, seré digno de tu amor, esperaré todo el tiempo necesario, porque mi gran sueño es casarnos y ser felices. No me rendiré…jamás y este juramento permanecerá para toda la vida quiero hacerte feliz y construir una hermosa familia a tu lado.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y lo abrace muy fuerte, claro que lo iba a esperar yo también sentía amarlo y quería ser feliz a su lado porque lo amaba con una inmensidad absoluta que nadie podía comprender solo él y yo. El mundo estaba en contra de este amor que sentíamos y decidimos luchar para poder estar juntos toda la vida.
 








El sí le había contado a su madre lo que sentía por mí y que conservamos y que nos veíamos muy a menudo afuera en el colegio y en la escuela y que quería que nuestro amor perdurara para siempre, porque sentía y veía que era una jovencita de buena familia y con buenos modales que me han inculcado mis padres.
Transcurrido tres meses, mi padre se enteró de que yo siempre iba y venía del colegio con el chico del barrio, mi padre me castigo, no quería que tenga ninguna clase de amistad con él porque ante sus ojos no era correcto que yo compartiera una amistad o algo más junto a este muchacho ya que no sabía que intenciones tenia hacia mi persona, trate de explicarle que las cosas no eran así como decía el, pero fue inútil no quiso escucharme solo él hablaba sin parar de lo furioso que estaba no me permitió ni siquiera decir una palabras y mis lágrimas rodaban sobre mis mejillas por el motivo que estaba decidiendo mi padre que no era justo.
Ya no lo podía ver, mi madre me dejaba y me recogía del colegio, pero él jamás se rindió, buscaba la forma de verme, yo lo extrañaba mucho, quería mirar sus bellos ojos y poder dialogar como lo hacíamos siempre, pero los obstáculos no lo permitían y eso me puso muy triste esta situacion era muy dura porque él ya era parte de mí.
Nuestros corazones se llenaban de amor sólo con vernos y en las noches yo observaba la luna en el firmamento y recordaba su promesa. Eso me mantenía con calma y tendría que ser fuerte y esperar a que el tiempo pasé. Aunque por instantes tenía ganas de salir corriendo e irme muy lejos con él pero recapacitaba por las cosas que me había dicho.
Mis padres no estaban de acuerdo y no entendían nada, recuerdo que hasta mi abuelita que llego esa semana de visita a casa se enteró y me aconsejó que ese muchacho no era bueno para mí.
Ya no podíamos conversar, ni tomarnos de la mano, ni contemplar esos ojos hermosos color miel, pero no hubo un día en el que se rindió y buscaba la forma de verme de lejos.
Todas las noches me dormía soñando que él y yo estábamos juntos y se que el soñaba lo mismo porque siempre platicábamos de nuestros sueños.
El retomó sus estudios, estaba cumpliendo ya parte de su promesa y yo solo quería ya pronto ser mayor de edad y poderme marchar con él y hacer una vida juntos.
Yo confiaba en él y sabía que el lucharía contra cualquier obstáculo siempre, aunque para mi el mayor de estos era el tiempo, yo soñaba con que el tiempo giraba rápido y ya habían transcurrido tres años y me veía convertida en toda una mujer tomando mis propias decisiones y cumpliendo mi sueño más anhelado que siempre ha sido de estar con él.

Mientras tanto mis días transcurrían entre los estudios y la presión de mis padres, quienes podían notar mi tristeza y sabían que ya nada era igual para mí.
Un día mis padres salieron y me quede sola en casa, cuando de repente escuche que alguien por el patio que me llamaba – y sin imaginarlo era él, no sé cómo había hecho para pedirle permiso a mi vecina para cruzar su patio, pero estaba allí, nos separaba una pared de cañas, pero nuestras voces se enlazaron, que alegría volverlo a escuchar, nuestra emoción era mutua y una vez más el me recordó su promesa y recalcó no olvides a nuestra testigo -La luna que resplandece por la noche.
Ese día fue maravilloso conversamos más de una hora, referente a sus estudios y sus proyectos que el iba a emprender y todo lo que se iba a esforzar para pedir mi mano y que mis padres lo acepten algún día, escuche tantas palabras que me sentía bien, reforzada con ánimos de seguir de olvidarme de todo y de no sentir más tristeza en ese momento. Y yo le decía que soñaba con ese día. El me daba fuerzas y consuelo, me decía que no me sienta triste que no lloré que tenga fe que no pierda las esperanzas de todo este amor que está surgiendo día a día.  Se despidió y yo no quería dejar de escucharlo, quería detener el tiempo, el expresó recuerda solo vivo para ti y a mi se me aceleraba el corazón, sentía como una fiebre en mi cuerpo de la emoción y de los sentimientos que teníamos cada uno.
Al llegar mis padres notaron en mi un diferente ánimo, porque estaba feliz, la verdad no pude ocultarlo, y como personas adultas con experiencia, ellos dedujeron que yo había tenido algún contacto con el chico, cuando ellos se fueron.
Ellos me cuestionaron y yo solo no respondí no tengo nada, no me pasa nada, he estado aquí en casa como me lo ordenaron ustedes, pero de igual me castigaron y decidieron enviarme a casa de una tía por una semana ya que eran vacaciones de las clases les pedí que no lo hicieran, pero como siempre no me supieron escuchar y solo lo decidieron y ya, así sin pensarlo.
Mamá arreglo mi ropa y nos montamos en el carro y se dirigió a la casa donde vivía mi tía, todo el camino lloré, pero sabía que volvería, pero esa semana iba hacer eterna, estaba muy triste.
Al llegar donde mi tía, mi madre le converso la situacion que estábamos viviendo, mi tía se puso de su lado de mi madre porque decía que yo era muy pequeña para andar pensado en ese tipo de cosas, yo no quería decir nada sólo llorar, mi prima que tenía mi misma edad trataba de entender, pero le dije tú no estás en mi lugar, tú no sabes lo que se siente que tus padres te mantenga lejos de lo que estas amando, tú no sabes cómo me siento ahora, no justo que me pase esto sin estar haciendo algo malo, decidí ese día le conversarle mi situación para que supiera lo que realmente estaba pasándome, me dio ánimos, pero pasé los días más largos y tristes, llegó el día domingo y estaba feliz porque volvería a casa y ya saben lo que eso significaba.
Ya cuando estaba cerca al llegar a casa mi corazón se me aceleraba más, y allí estaba él, esperándome de lejos tan sólo para volverme a ver, quise correr y abrazarlo, pero reprimí todo esto porque no lo podía hacer, porque si lo hacía me volvían mandar donde mi tía o más lejos aún o simplemente hubieran sido capaz de mandarme a estudiar a otra parte.
Tenía que buscar alguna forma de como verlo y volver a escucharlo, entonces planifique enviarle una carta, con un compañero de clases, que vivía en el barrio y estaba cursando las mismas clases igual que yo, esté fue nuestro mensajero de amor, nuestra comunicación ahora era por medio de cartas, teníamos siempre que romper los obstáculos para saber el uno del otro.
Así transcurrieron los meses y ya se acercaba el tiempo de salir de clases, por lo que mi tristeza era notoria porque ya sabíamos que iba a suceder, ya no iba a ver comunicación por medio de cartas, aunque el nunca dejaba la forma de verme de lejos por lo menos.
Ya en esos últimos días ya mamá se había cansado de irme a ver y dejar, por lo que en mi última carta le enviaba a decir, que fuera a verme a la salida, necesitaba verlo y abrazarlo sólo eso para poder seguir esperándolo ya que el tiempo pasaba muy lento y me moría de las ganas de verlo, de dialogar, de ver su sonrisa, de sentirme amada y querida por sus lindas palbras.
Recuerdo aquel día que la ansiedad me invadía, ya quería que el reloj marcara la 6. 30 pm para culminar clases, y estaría allí en aquel parque donde me había dicho aquella promesa de amor y que fue de testigo nuestra hermosa y radiante Luna que contemplaba nuestra unión.   
Cuando tocó el timbre de salida, salí presurosamente y sentía mi corazón saltar de la emoción,
la felicidad embargaba todo mi ser, allí estaba el corrí a sus brazos y en un instante sentí el silencio, era como si sólo existíamos el y yo, y el mundo se paralizaba en ese instante me susurro al oído que me veía hermosa.
Le dije: - quiero mirarte a los ojos, y quedarme en ellos para siempre, me duele mucho ya no poder escribirte o romper ese lazo de comunicación, no habrá forma de poder comunicarnos, y el respondió: encontraremos la forma, se fuerte, y ese día por primera vez le dije te amo mucho y el me dijo yo más y nos dimos un beso de amor, cálido y suave.

 







Tuve que marcharme lo más pronto a casa sino mis padres sospecharían de lo que estaba pasando, no podía tardar, fue la noche más linda por primera vez sabía lo que era sentir un beso suyo, el cual debería ser eterno hasta que algún día lo volviera a ver.
Mientras me alejaba podía contemplar la felicidad de él también. Esa noche apareció una luna llena preciosa, era como si nuestra testigo, confirmaba la esperanza de nuestro amor y esa promesa que se haría realidad a pesar de todo. La contemplé por varios minutos cerré mis ojos con el deseo de volverlo a ver y ser feliz un momento más.
Fueron días duros para mí, el se había conseguido un trabajo y ya no lo veía todos los días, porque él se colocaba frente a mi casa en un poste para verme a lo que yo me asomaba a la ventana, era como un vicio que me dolía cada vez que sucedía, la costumbre de verlo todos los días se convirtió en una pesadilla que no podía creer, porque ya lo veía menos.
Al día siguiente lo pude ver, conducía una moto, la cuál por medio de una vecina escuché su mamá se la había comprado para que se movilice a su trabajo ya que este quedaba a una distancia muy lejana y le era imposible llegar caminando.
Me hubiera encantado ser su acompañante, imagino que a él también, le encantaría esa idea, aunque las motos son peligrosas y no me gustan mucho.
Estábamos próximos a celebrar el día de San Valentín, y él busco la manera de comunicarse conmigo envió a mi compañero de clases con una carta a casa, obviamente mi compañero llego con el pretexto de algo y un descuido de mi madre me entrego la carta.
Luego cuidadosamente entre al baño cerré la puerta con seguro, y leí aquella carta la cual decía amor te extraño, te compraré un osito de peluche para que lo abraces y sientas que soy yo, y te lo enviaré para el día de San Valentín, encontraré la forma de hacerlo, cada día lucho por ti. Te amo por siempre. Un beso enorme que sea eterno.
Yo estaba ansiosa que ya llegará ese día, tendría que arriesgarme a que mis padres me castiguen, pero la verdad eso ya no me importaba porque valía la pena hacerlo. Aquella noche observé nuevamente a la testigo de nuestro amor la Luna y cerré mis ojos y recordé cada cosa que había pasado era una historia de amor que estaba viviendo y no lo podía creer.

Al despertar  estaba muy contenta por fin era 14 de Febrero y yo me apresure en escribir una carta con un poema para el amor de mi vida, ya encontraría la forma de enviársela, la oculte en el bolsillo de mi pantalón, recuerdo que eran las 10 de la mañana cuando de repente, las personas de mi barrio,  estaban reunidas afuera de la casa de la mamá de mi enamorado, pues sentí que algo muy extraño estaba pasando, al llegar mi padre, me dijo  Iván acaba de fallecer, hoy a las seis de la mañana tuvo un accidente de tránsito.
Me quedé estática no podía decir nada, sólo comencé a llorar, mi madre me abrazó, aquel día sentí morirme, mis padres ya no podían negarme nada. Sólo le dije papá déjame verlo por última vez, déjame ir ya no puedes prohibir nada, ya no está con nosotros, lo que tanto querían se cumplió, así que me dejo ir.
Esperé con mucho dolor su llegada, me acerqué hasta su ataúd, quería desmayar del dolor, no pude ver más sus bellos ojos, ni escuchar su voz, no entendía nada, por un instante cerré los ojos y pensé que era una pesadilla, pero no era así, sé que se fue con un deseo y una promesa para mí, y yo tenía que quedarme con el recuerdo entre nuestra testigo la luna y un único beso eterno. Me sentí sola se venían tantas preguntas a la cabeza una de ellas era “que sería de mi sin él”.
Esa noche ni la luna salió, me decía; tú no me abandones, eres la esperanza, si lo vez en el cielo dile que lo amaré siempre y por siempre.
Es duro describir los duros minutos en el que le di su último adiós, el corazón se me oprimía, mi ser se desvanecía, pero se que él siempre me motivo a ser fuerte y no hubiese querido verme destrozada. Se que él me iba a cuidar siempre.
Los recuerdos y todo lo que había vivido con él, me invadía de tristeza, pase casi un mes en ese estado. Sólo allí mis padres pudieron entender mis sentimientos por él.
Yo me consolaba cuando salía la luna, en ella encontraba paz, era ese nexo entre ambos.
El tiempo pasaba y yo debía seguir adelante, fue muy difícil, pero debía continuar. Iba a el cementerio le llevaba flores.
Pasaron muchos años y yo no podía cerrar mi corazón, sólo le pedía a la Luna cuando la contemplaba que si volvía a enamorarme, encuentre a alguien que me ame igual que él, conocí a un hombre muy  bueno al cual incluso le conté todo mi pasado, cuando ya formalice mi matrimonio con él , fui al cementerio por última vez, recuerdo que le dije en su tumba, se que estás feliz por que yo lo estoy, estarás en mi corazón por siempre, y aunque ya no venga cada vez que la Luna salga ella será testigo de mi felicidad y la tuya hasta el más allá.